Un día sentí que ya había tocado fondo.
En el camino perdí mi rastro. Incluso perdí
interés por el lugar hacia donde me dirigía con tanto ahínco.
Mis seres queridos de repente parecieron
unos completos extraños, incluso me cuestioné por qué los amaba tanto.
Agarre mi celular y le mande un whastapp a
mi papá reclamándole por qué me mandó a la fregada hace 10 meses que le pedí
ayuda para emprender un negocio... le reclamé hasta por el colchón viejo de mi
casa que me lastimaba tanto la espalda. Arremetí contra él porque mi jefe me
hacía trabajar horas extras sin pago. Le exigí una explicación de por qué voy
por la vida mendigando cariño y dinero.
Luego todo comenzó a aclararse... miré por
la ventana y dí gracias a Dios por el nuevo día que me permite vivir. La vida
no es tan mala a pesar de todo.
Me sentía un poco avergonzada por todo lo
que había escrito a mi papá. Sin embargo, tengo una justificación para ello:
¡Soy mujer! ¡Y me gusta estar jodiendo!
El es hombre y debería comprenderlo.