Cada lágrima que derramo es por cada segundo que estuve frente a tu cuerpo inerte, frío, cubierto por sabanas blancas de las cuales tu mano lograba escapar.
Me acerqué a ti y toque tu pie esperando que en tu rostro se dibujara aquella sonrisa que alegraba mi corazón pero no hubo respuesta.
"Yo le eche muchas ganas" expresaste antes de partir... y no me cabe la menor duda que así fue.
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